Isaías Chanona Hernández
México está de luto. Cada mañana nos encontramos con nuevas y muy malas noticias sobre la verdad de lo que viven los mexicanos día con día. Debido a la resistencia de López Obrador para reconocer la kilométrica ola de violencia en nuestro país y la ineficiencia de sus políticas para erradicarla, se han pronunciado al respecto organizaciones muy prestigiadas como la OXFAM, la OCDE e investigadores y críticos de la verdad actual a nivel mundial de creciente pobreza, sobre la urgencia de unirse y organizarse los pueblos de México para unir fuerzas y cambiar el rumbo que lleva la sociedad y el mundo.
Sabemos perfectamente que los problemas en México de inseguridad y violencia no son nuevos ni exclusivos de este sexenio, y también sabemos que su solución no es fácil. Pero el señor López Obrador, desde que estaba en campaña, prometía que desde el primer día se notaría el cambio en este sentido y en todos los demás porque él era distinto, él si iba a trabajar en favor del pueblo pobre de nuestro país. En cada mañanera habla sobre lo que antes se hacía, la forma en la que se trabajaba, sin dar datos por supuesto, en las dependencias gubernamentales y con los programas sociales, de seguridad, educativas, etc., pero no se atreve a comparar su gobierno, mucho menos con datos, por supuesto, con los gobiernos anteriores debido a que no dista mucho de ser, no solo similar, si no mucho peor.
Como solución ante el problema de la seguridad, en 2019 López Obrador creó la Guardia Nacional para reemplazar a la Policía Federal como el principal organismo de orden público del gobierno, esta es dirigida y recibe entrenamiento de militares y está integrada en su mayoría por soldados. Posteriormente en mayo de 2020, encomendó formalmente a las fuerzas militares que apoyaran a la Guardia Nacional en tareas de seguridad pública y actualmente los militares están habilitados para detener a civiles, hacerse cargo de las escenas del crimen y proteger evidencias. Pero ¿cuáles han sido los resultados de su política? En julio de 2020, 12 civiles fueron asesinados en un enfrentamiento armado con soldados en el estado de Tamaulipas; en un video que se filtró a la prensa en agosto del mismo año, se ve a un soldado dando la orden de matar a un civil, y hasta el momento, no se ha hecho justicia; en 42 meses de la administración actual, suman ya 121,655 homicidios dolosos y feminicidios; hasta septiembre de 2021, la plataforma de la Comisión Nacional de Búsqueda, había registrado más de 90 mil personas desaparecidas. Esas son cifras oficiales, pero mismos integrantes de la SEDENA han manifestado que no son cifras reales, pues podría haber incluso el doble de lo que se conoce.
El asunto de México no solo nos inquieta a los mexicanos, la preocupación por la seguridad de la vida de los mexicanos ha superado sus límites territoriales, se han extendido por muchas partes del mundo y han ido en aumento debido a los dos últimos sucesos en el país. El primero, que fue el asesinato de Javier Campos Morales, de 79 años, y Joaquín César Mora Salazar, de 80, el lunes en Chihuahua a manos del crimen organizado. Y el segundo, el día de hoy, martes 28 de junio, amanecimos con la noticia de que encontraron un tráiler con 42 migrantes fallecidos de los cuales 22 eran de origen mexicano.
Cualquiera podría decir que esos actos no son nuevos, pero se supone que este gobierno si, o al menos esa fue la mentira que López Obrador prometió antes de tomar el poder. Ante los cuestionamientos sobre qué hará con respecto al alza incontenible de inseguridad, desapariciones, violencia y etc., el mandatario respondió que “seguiremos trabajando como lo hemos hecho, estamos avanzando”. Su postura ante los problemas ha sido hasta el momento que la culpa es de los anteriores y del modelo neoliberal “que ya no existe con su gobierno”. Lo que vemos es precisamente lo que dijo el Movimiento Antorchista desde que estaban en campaña oficial, lo típico de todo gobierno sin resultados, explicaciones de sobra.
Siempre habrá personas que actúen de manera irresponsable y sin considerar las repercusiones de sus actos sobre sí mismos o sobre los demás, repitiendo incluso errores del pasado, como decía Albert Camus: la estupidez insiste siempre. E insistirá si en México no decidimos unirnos los más afectados por la realidad de pobreza física y mental en nuestro país y por la insensibilidad e ignorancia de nuestros gobernantes. Sin una masa crítica social, difícilmente se podrán iniciar los cambios necesarios para consolidar una sociedad que no tenga los aberrantes índices de violencia e impunidad. La única solución es la educación y organización del pueblo.