La enorme responsabilidad de opinar

Toda tragedia tiene como antecedente el alcohol u otra forma de droga

Bernardino Vazquez Mazatzi

En realidad, nadie quiere una juventud inmersa en las drogas, consuetudinaria consumidora de enervantes o en el peor de los casos, abiertamente entregada al vicio o a cualquier tipo de adicciones. Eso nos queda perfectamente claro. Sin embargo, abrir de forma indiscriminada la venta de mariguana o facilitar a los muchachos el acceso despenalizado a ella será un gravísimo error, sería un una decisión histórica para la cual no habrán argumentos ni tiempo para arrepentirse ni para remediar.

El temor de la sociedad conservadora o liberal, informada o no, moderna o antigua es fundada en la medida en que no tiene garantizada la creación de una ley que deje en claro qué es el “consumo lúdico” y personal de la mariguana y qué alcances tendrán las libertades que se le dé a quienes de forma voluntaria quieran ingresar a su cuerpo las sustancias que les venga en gana.

Lo cierto es que una ley confusa o incompleta aprobada por el Congreso de la Unión y replicada por los parlamentos de los estados que no deje en claro qué sí y qué no y por qué, deja abierta la posibilidad de una libertad malentendida que a su vez traerá como consecuencia una sociedad sumida en las adicciones o proclive a ellas.

Las drogas legales como el tabaco y el alcohol dejan enormes daños a las familias, a los individuos y a la sociedad en su conjunto, traducidos en desintegración familiar, enfermedades asociadas al tabaco y degradantes condiciones de alcoholismo. Aquí la libertad a la que todo mexicano tiene derecho en realidad se convirtió en un riesgo a la que todo ciudadano no debió estar expuesto. Más que prohibiciones lo que debiera reforzarse es la información, la educación y la conciencia de lo que representan las drogas sobre todo, en el organismo humano.

Si bien la aprobación de una ley que regule la mariguana no hace obligatorio su consumo, no hay que perder de vista que en estos momentos la hierba es extremadamente fácil de conseguir por parte de los estudiantes a partir del nivel secundaria y que frente a las escuelas, en estos días de prohibición, los narcomenudistas se pasean impunes frente a los planteles. Cómo será la realidad cuando ya estos cuadros no sean delitos.

No hay imagen más triste, más frustrante y dolorosa que ver la imagen de un ser humano, de cualquier condición económica o nivel académico, consumirse entre la degradación de las drogas legales o no. Es una verdadera lástima encontrar a personas en etapa útil, en edades tempranas, con familias desesperadas, arrastrarse en la ignominia de una voluntad presa por las drogas aprobadas por los legisladores y autorizadas por los magistrados con el fin de dar a la gente el estatus de mayoría de edad y de ente consciente que creyó conocer el valor de la libertad sin argumentos para defenderse de las trampas que las drogas siempre ponen y con las cuales siempre o las mayoría de las veces ganan.

No todos los que se oponen a la legalización o libertad para consumir mariguana lo hacen por ideas oscurantistas o por una falsa moral. En realidad hay grupos que ven en la eventual aprobación de una ley que despenalice su uso un peligro para la salud y un auténtico riesgo para la seguridad del estado. Hay quienes están seguros de que una ley le quitaría a los cárteles de la mafia su mercado en realidad es una falacia pues la delincuencia nunca se ha quedado sin nada qué hacer sólo porque al poder de vez en cuando se le ocurre algo. Los delincuentes van mucho más rápido que la autoridad.

Un debate al respecto debe tomar en cuenta la opinión de quienes han sufrido en el seno familiar la desgracia de tener a un integrante adicto. Deben participar aquellos que han sepultado a un ser querido al que vieron consumirse sin voluntad ni valor alguno. Deben hablar los médicos que conocen de un organismo completamente corrompido por las drogas permitidas o no y deben intervenir en la discusión quienes sepan de lo que dicen porque lo conocen, porque lo han estudiado o porque lo han experimentado. Hay gente que se ha salvado de las garras y las trampas de las drogas y que tiene enormes argumentos e historias verdaderas qué contar para conocer al menos en tercera persona lo que representa el infierno de las adicciones.

Por mi experiencia de periodista y conferencista sé que toda tragedia tiene como antecedente el alcohol u otra forma de droga y que las desgracias no se refieren sólo a accidentes carreteros con muertos y heridos, sino a lo que se ve y se conoce en la cárcel, lo que se sabe de las familias desintegradas, de lo que hablan las esposas e hijos de alcohólicos y drogadictos… de lo que dicen las historias mudas de los panteones.

El debate relacionado con las drogas no es un tema de moda… es una enorme oportunidad y una gran responsabilidad que deben asumir los que deben, no sólo los que quieran.

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