La enajenación de las masas, terreno fértil para los falsos líderes

Yorvelin Montalvo Solano

La necesidad de transformar el mundo en el que vivimos, un mundo de miseria, de desigualdad, de pobreza, de explotación hacia las grandes masas populares, se hace cada vez necesaria; para ello, no basta solo su interpretación, lo que no significa el abandono de la teoría para pasar a la acción, es decir, de abandonar el escritorio y los libros para comprometerse en forma exclusiva en una acción política revolucionaria. Pero, ¿sobre qué bases teóricas se respalda la acción de cuyos líderes han asumido la importante responsabilidad de transformar este mundo? Decir que asumir el poder político de una nación no requiere mucha ciencia para cumplirlo ¿garantiza verdaderamente el cambio que tanto desean las masas populares? Los resultados de las acciones que hasta ahora han tenido algunos líderes políticos, tanto de naciones desarrollas y subdesarrolladas, dan ejemplos palpables de cómo la aplicación de sus recursos teóricos en la acción política han contribuido al cambio de las condiciones de vida de los más desposeídos. Es caso de China, Rusia, Cuba, entre otros.

Cabe aclarar que no toda teoría es sólo
interpretación del mundo, ni toda acción implica una transformación de éste. Ciertamente, para que exista una transformación, se requiere de un conocimiento previo de la realidad que se quiere transformar, de cómo está organizada, cuáles son sus leyes de funcionamiento y desarrollo, cuáles fuerzas sociales existen para realizar los cambios, es decir, se requiere un conocimiento científico de ella. Por tanto, el trabajo intelectual, el estudio científico de la realidad, de su desarrollo histórico, ocupa gran importancia en la tarea de transforma la realidad. No basta solo la acción política inmediata, por muy buena y noble que sea la intención y grande su voluntad de quien desea impulsar la transformación social.

Por un lado, lo que existía en algún tiempo en relación a la sociedad y su historia, eran sólo interpretaciones de la realidad, o bien narraciones históricas que se limitaban a describir los hechos que ocurrían en las distintas sociedades y de su historia. No existía un conocimiento científico de las sociedades y su historia; existían aquellas que no hacían sino, tan solo interpretar el mundo. Pero, la llegada de una teoría científica nueva, la teoría científica de la historia, el materialismo histórico, funda un nuevo campo científico: la ciencia de la historia; de la misma manera que la teoría heliocéntrica de Galileo funda un nuevo campo científico, la ciencia física. Pero, ¿qué importancia tiene la palabra “teoría” empleada en el lenguaje científico, en el proceso de transformación de la realidad y qué relación guarda con la acción política concreta para esa transformación?

Veamos, así como en un proceso de producción material se pretende transformar una materia prima determinada en un producto determinado, mediante la utilización, por parte de los trabajadores, de medios de trabajo especializado, en el proceso de producción del conocimiento también se pretende transformar una materia prima determinada (una concepción superficial de la realidad) en un producto determinado (un conocimiento científico). En este sentido, toda teoría científica, tiene el carácter de instrumento de conocimiento. Es decir, la teoría no nos da un conocimiento de una realidad concreta, pero nos da los medios de trabajo intelectual que nos permiten llegar a conocerla en forma rigurosa y científica. Como la teoría de la gravedad, no nos da un conocimiento inmediato de la velocidad con que cae una manzana desde una altura determinada, pero nos da la herramienta para calcular de manera concreta esa parte de la realidad.

Así pues, hablar de teoría, de una teoría científica de la historia (teoría marxista), es hablar de un cuerpo de conceptos abstractos que sirven a los trabajadores intelectuales como instrumento para analizar, en forma científica, las diferentes sociedades, sus leyes de funcionamiento y desarrollo, y, de esta forma, aplicar el conocimiento de ellas desarrollando las acciones concretas para la transformación de esas sociedades.

Sin embargo, en la sociedad mexicana, ¿qué tan preparado está el pueblo para comprender el desarrollo histórico de la sociedad y tener así una participación real y concreta su transformación? ¿es verdad que el pueblo está consciente de las causas profundas su situación de pobreza, como lo afirma el gobierno federal? Primero, no es lo mismo que el pueblo mexicano haga una interpretación de su realidad con los conocimientos prácticos de su experiencia, lo que los limita solo a describir los hechos que ocurren en su entorno, generando en ellos un descontento y hartazgo de las diferentes prácticas de gobierno, que tener un conocimiento científico para hacer de ese descontento una participación en la transformación social.

Para nadie es desconocido que nuestro país ocupa los últimos lugares en nivel educativo, de la crisis que sufre nuestro sistema educativo, el cual no ha podido hacer frente a la crisis sanitaria que se vive a nivel mundial, agregando que, de acuerdo a la Encuesta para la Medición del Impacto COVID-19 (ECOVID-ED) 2020, dada a conocer por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), 738 mil 394 personas entre 3 y 29 años que estuvieron inscritos en el ciclo escolar 2019-2020 no pudieron concluir sus estudios. Entre las principales causas se encuentran que el 8.9 por ciento se debió por falta de dinero o recursos y el 6.7 por ciento porque tenía que trabajar. Esta situación traerá como consecuencia un atraso intelectual. No así para alguna parte de la sociedad (la ínfima parte de ella), pues el conocimiento científico también se ha elitizado en nuestro país.

Ante esta situación, donde un pueblo, como el nuestro, vive en el atraso intelectual, cualquiera que tenga una mínima ventaja en el conocimiento de la realidad, puede hacerse pasar por un redentor, aprovechándose del sufrimiento y el dolor de la gente. Basta con plantear y proponer algo diferente a los gobiernos anteriores que toque lo más sensible de las necesidades del pueblo para hacerles creer que habrá un verdadero cambio, aunque dichas propuestas y planteamientos estén desfasadas de la realidad y que no sean producto de un estudio científico de ella.

Nadie le quita la buena intención del presidente de la república, su buena voluntad de querer llevar a cabo una transformación de nuestra sociedad, eso lo aplaudimos. Nadie puede estar contra con él cuando dice querer acabar con la pobreza del país. De lo que no podemos estar de acuerdo es de la aplicación de sus políticas y de la forma en que pretende llevar su famosa transformación. Cualquiera que tenga un mínimo estudio científica la realidad mexicana sabrá que sus estrategias están erradas y que va de fracaso en fracaso. Necesitamos a un pueblo más educado, organizado, consciente de su realidad material, dispuesto a respaldar una verdadera transformación que, evidentemente, no será el que está encabezando el actual mandatario.

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