Acabemos por entender que estamos haciendo las cosas mal permitiendo e induciendo a la juventud a los vicios
Bernardino Vázquez Mazatzi/Escritor y Periodista
El problema del alcoholismo debiera considerarse un tema de urgente reacción y correcta respuesta del gobierno e instituciones de salud y educativas; esto, ante la alta incidencia de consumo entre la juventud.
Para nadie es un secreto que nuestros adolescentes inician su vida en el trago a edades cada vez más tempranas y que este fenómeno inicia, generalmente, en casa principalmente y luego en la escuela, ante la vigilancia deficiente de los padres y la nula o poco eficiente acción de los gobiernos municipal, estatal y federal.
En los llamados antros y hasta en las pulquerías que abundan en todo el territorio tlaxcalteca, y hasta en las llamadas tiendas de conveniencia y en todos los changarros de las comunidades, la venta de bebidas embriagantes se hace sin control y donde se anula por unos centavos la prohibición de “sin excusa ni pretexto yo no le vendo alcohol a menos de edad”.
En esos sitios la ausencia de la autoridad es total y los muchachos pierden el control en cuanto a la cantidad de alcohol que pueden o no debieran consumir. De ahí que esa situación se convierta en una tragedia, ya sea porque de esa forma los chicos se enganchen en las adicciones o porque sufran algún accidente o desarrollen la enfermedad del alcoholismo.
Resulta triste y extremadamente grave ver a nuestros jóvenes, hombres y mujeres, en condiciones muy lastimosas cuando se han excedido y caminan trabajosamente o expresándose en un lenguaje por demás sucio y vulgar ya sea en la calle o en el transporte público totalmente alejados de la realidad o abiertamente retadores a la sociedad y a la autoridad.
No sé si a usted, amable lector, le haya tocado ver esa triste imagen de muchachas totalmente alcoholizadas y envalentonadas que protagonizan escándalos y espectáculos deprimentes en cualquier sitio del estado, ya completamente desinhibidas y alejadas de todo pudor y respeto por su dignidad de damas tiernas.
Cierto, esa actitud retadora y esa afición por el alcohol no lo aprendieron de las autoridades y no necesariamente en la calle ni en la escuela, sino que proviene de la educación y la cultura inculcada en el hogar, esa forma de entender la convivencia y la vida la han aprendido de sus padres y en general de los adultos de su entorno familiar, en cuyo caso es muy poco efectiva cualquier acción del gobierno y sus instituciones.
De cualquier forma, la autoridad responsable o irresponsable debiera tomar muy en serio y con una profunda responsabilidad el problema del alcoholismo entre la juventud principalmente pues es en ese sector de la sociedad en donde mayor atención requiere en donde el vicio está haciendo los mayores estragos en donde mayormente denigra a la persona.
Las autoridades recién electas en el estado de Tlaxcala debieran ya tener una propuesta que erradique la venta de bebidas alcohólicas en o cerca de los campos deportivos y castigar con mayor severidad a quienes vendan cerveza o vino a menores de edad. Ya deberían tener un proyecto que impida la venta de cerveza a muchachos con uniforme escolar o deportivo y que los OXXO ya no sigan envenenando a los jóvenes de Tlaxcala todos los días de la semana, pero más los domingos.
El consumo de alcohol de forma irresponsable y descontrolada es el prefacio o preludio de toda tragedia y de toda historia de desgracia. Eso todos o muchos lo sabemos y es por ello que desde el ámbito gubernamental e institucional y desde los ejemplos de familia, debemos actuar con carácter de urgencia.
Asumamos nuestra responsabilidad y acabemos por entender que estamos haciendo las cosas mal permitiendo e induciendo a la juventud a los vicios y que la consecuencia de nuestra indolencia no se verá reflejada en el futuro: ya la estamos padeciendo.
