La izquierda que México necesita no está

No existe, hay que construirla

Hugo Gracia Lima

Nuestra país México está en urgencia, vive momentos complicados y hasta dramáticos; la violencia aumenta día a día; las llamadas reformas estructurales dejan ver cada vez más su fracaso como una opción viable para la solución a los problemas de la mayoría de los mexicanos; el desempleo, la informalidad, la precariedad en el trabajo, la falta de oportunidades para jóvenes y adultos mayores son cada vez mas parte de nuestra realidad, la económica sin posibilidad de crecimiento, la desigualdad, la acumulación de la riqueza por los menos, la pobreza y la desesperanza al alza cotidianamente y la impunidad y la corrupción incontrolables más allá de sus simulaciones y falsas e hipócritas leyes de transparencia, las que junto con el narcotráfico y la narcopolítica son ya algo común en el entorno nacional.

“El perverso pasado se reproduce y el promisorio futuro no se construye”

Las instituciones y el actual estado de derecho no corresponden ni responden ya a los intereses de las mayorías; algunos gobiernos municipales y estatales, en gran medida coludidos con la delincuencia organizada, practicando corrupción y ejerciendo represión en favor únicamente de sus ilegítimos intereses.   Presidentes municipales de Izquierda pagando piso al crimen organizado para cumplir el mandato del pueblo, lo mismo podemos decir del inmenso y bien ganado desprestigio del poder judicial, con la suprema corte de justicia de la nación a la cabeza que sin prurito alguno niega el derecho de todo un pueblo a opinar sobre asuntos trascendentales como el de la reforma energética, por citar solo un ejemplo, y que a cada momento muestra su debilidad y falta de independencia ante el ejecutivo federal, los órganos electorales convertidos en instrumentos no de perfección de la democracia sino del fraude, manipulación y consolidación de un modelo que cada vez muestra de manera más clara su agotamiento en el camino hacia la paz y la justicia social, anulando la voluntad popular cada vez que el sistema lo requiere.

Los partidos políticos en general padeciendo también de los mismos males, adaptados y conformes con las canonjías que reciben del propio sistema (alejados de la gente, salvo en los procesos electorales) y de los principales problemas que aquejan a las mayorías y muy entretenidos con sus asuntos internos y logro de posiciones de cualquier índole, sirviendo de comparsa a los intereses de las cúpulas y élites de este país, acumulando cada vez un mayor desprestigio ante la sociedad.

Un poder legislativo que ha abdicado vergonzosamente de su independencia y soberanía, convertido en una suma de intereses perversos y en oficina administrativa del presidente de la república, conformado por mayorías sumisas y por minorías adaptadas al sistema aunque con discursos a veces hasta revolucionarios pero totalmente ineficientes e inviables .

Un ejecutivo federal cuyo desprestigio invade cada vez más el territorio nacional  junto con el reclamo “que se vaya peña nieto”, producto de un gobierno que en menos de tres años ha mostrado de manera fehaciente sus altos niveles de ineficiencia e incapacidad para conducir el país no solo en lo económico sino también en lo político y social, cubierto con la cobija de la corrupción, aunado al incremento desmedido de la violencia, asesinatos, desapariciones forzadas e impunidad.

El panorama es claro y la pregunta también. ¿Porque prevalece entonces el actual estado de cosas? ¿La izquierda y las fuerzas progresistas dónde están? ¿Dónde quedan los intentos por cambiar el modelo que hoy nos desgobierna? ¿Cuál o cuáles son la vías para cambiar el rumbo del país?.

Estas y muchas preguntas más cabe hacernos, pero lo fundamental por el momento es ejercer algo que por mucho tiempo ha estado ausente de nuestro trabajo, la autocrítica; las causas y motivos de nuestros fracasos e incapacidad; tenemos que buscar la esencia, analizar nuestro pasado y nuestro presente, buscar las causas no hacia las fuerzas conservadoras que no quieren el cambio, sino hacia dentro, donde están, donde estamos quienes si lo queremos; no es que los factores externos no sean cuestiones que impidan el cambio, solo que hoy es más importante ver hacia dentro, darnos cuenta que el estrecho margen de la institucionalidad por sí solo ni da ni permite el cambio que el país requiere, ni tampoco las tácticas y estrategias excluyentes hasta ahora practicadas.

En términos generales, sin distinción de partidos o ideologías, la clase política mexicana se ha hecho acreedora a un desprestigio indiscutible ante la sociedad que hace preguntarse ¿y la izquierda donde esta? y en muchas ocasiones respondiéndonos.-cuidando la institucionalidad que supuestamente se quiere cambiar, perdiéndose la verdadera esencia de la misma que es la de la transformación y cambio del orden establecido y sus instituciones y no su defensa y consolidación.-

Fuera de la estructura de poder hay también un movimiento sindical, social, campesino, estudiantil, popular, indígena, llamado independiente pero con un muy limitado nivel de organización y correlación de fuerzas para poder incidir en las decisiones nacionales, el cual se encuentra dividido y disperso, con un discurso prioritariamente reivindicativo, sin ninguna influencia en las esferas del poder,  alejado de la lucha electoral, lo que en los hechos impide fundirse con la sociedad para ganar su confianza en la defensa de una causa común.

Es necesario analizar también qué nos han dejado los grandes movimientos de 1988-1994-2006 y 2012, tres de ellos electorales y uno armado insurreccional que más allá de su gran mérito y aportación importante no pudieron consolidar el cambio democrático y de justicia requerido por el país.  en diversas ocasiones en los últimos 25 años el pueblo de México ha respondido a los planteamientos de las fuerzas progresistas y le ha  entregado la posibilidad de gobernar éste país, y en ánimo del respeto a la gobernabilidad y a las instituciones que pretende cambiar, se han mostrado incapaces de defender la voluntad popular, en parte por decisión propia y en parte por no querer o no poder entender que las instituciones actuales están para fortalecer y consolidar el sistema en la tarea por defender el orden establecido y en su diccionario no tiene cabida la palabra cambio ni suicidio.

El gobierno federal sabe que la izquierda habla mucho pero colabora mucho también, de forma activa o pasiva, o en el mejor de los casos es ineficiente e inútil para defender sus planteamientos; la derecha sabe que la izquierda de hoy ha sido incapaz de defender la voluntad popular y por lo tanto puede violentar su propia institucionalidad, violar la constitución y el estado de derecho cuantas veces quiera sin pagar costo alguno, porque ésta izquierda no muestra los tamaños ni la visión y decisión histórica para darle otro rumbo al país. Debemos tener claro que ellos tienen el aparato y lo ejercen y lo ejercerán siempre en su favor, pensar lo contrario, en el mejor de los casos es ingenuidad.

No obstante, hoy por hoy se ven condiciones objetivas para construir un gran movimiento social electoral que confluya en un solo objetivo, que haga inviable la violencia del estado pero también teniendo claro que el cambio no puede ser como hasta ahora se ha pretendido, entre algodones, pactado, consentido, el cambio con permiso, el avance de la democracia con quienes la destruyen, con la honradez en casa de alibaba, la justicia con quienes provocan y promueven la injusticia; no es viable pedir el suicidio consentido del sistema que hoy nos rige y apelar a la decisión final que ellos y solo ellos pueden dar, dejando para mejor ocasión la voluntad popular.

En las actuales circunstancias, consideramos importante transitar e impulsar, cada quien desde su trinchera, las diferentes formas de lucha que la sociedad se viene planteando, sin visiones únicas como si alguien fuera dueño de la verdad y sin descalificaciones hacia quienes no comparten nuestras tácticas pero sí nuestros objetivos; impulsar la lucha electoral, pero acompañada de la organización ciudadana, la social, la desobediencia civil, la nueva constitución, el nuevo constituyente y cualquier otra surgida del ingenio popular; no plantearlo así significa el continuar con la dispersión, falta de coordinación y abonar a la división de las fuerzas progresistas, contribuyendo al fortalecimiento del modelo que queremos combatir y prepararnos para seguir lamentando nuestras derrotas, culpando a los adversarios de las mismas.

Ante éste panorama vemos necesario tratar de construir un liderazgo diferente a lo que hoy presenta la clase política mexicana, particularmente la llamada de izquierda en sus diferentes matices, que tenga  congruencia entre el discurso y los hechos; que sepa interpretar cual es realmente el interés de la gente y los sentimientos de la nación en cada momento, ganarse su confianza sobre todo en los hechos en las respuestas adecuadas que hay que dar a los neoliberales en cada coyuntura; que combata el colaboracionismo, el entreguismo pero también el caudillismo, no solo permitiendo sino impulsando otros liderazgos que surjan desde las regiones del país al centro para lograr uno individual fuerte pero basado en lo colectivo; la historia de los liberales del siglo XIX así nos lo enseña.

En el actual escenario político, la tarea de la izquierda debe de ser más consecuente y debe de ser principalmente la organización, la colectivización de las decisiones trascendentales y poner por delante la lucha por el cambio verdadero y desde luego, actuar en consecuencia; éste es el bien mayor a proteger y no las instituciones y su perversa legalidad  que solo caminan en sentido contrario a la mayoría del pueblo mexicano; es preciso hablar con claridad sobre lo que se quiere y ver las luchas reivindicativas, social o electoral no como exclusivas y únicas sino solo como vehículos para la consecución de lo que se pretende.

Debe impulsarse también una profunda lucha ideológica, que se plantee la necesidad del cambio de las instituciones y del orden establecido, que impulse la organización nacional de cuadros en todos los sectores progresistas del país; el camino ahora es romper los esquemas que nos han llevado al fracaso y empezar a hacer las cosas diferentes para obtener resultados diferente, impulsando un gran movimiento desde la sociedad que en su momento, no deje la decisión del cambio en la voluntad e intereses de las instituciones actuales, sino en ese liderazgo colectivo nacional, capaz de tomar la decisión histórica que el país requiere, dándole vigencia en su caso al artículo 39 constitucional. Solo un gran movimiento político-ideológico-social-electoral, sería capaz de hacer valer la voluntad popular en la vía institucional, sin seguir esperando ingenuamente como hasta ahora que sean las instituciones por sí solas quienes reconozcan esa realidad.

Finalmente y considerando que las izquierdas, con su lema “vámonos juntando” debe y puede ser un espacio de reflexión, análisis y organización de los más amplios planteamientos y pensamientos de quienes compartimos el objetivo central de lograr el cambio del modelo neoliberal que hoy priva en nuestro país, sin importar las diferencias tácticas para conseguirlo, es necesario a mi juicio reconocer, en el ánimo de corregir el rumbo, que:

A).- La izquierda ha carecido totalmente de autocrítica, culpando siempre de sus destinos a factores externos, impidiendo con ello un análisis franco y certero de los errores propios; la ausencia de  autocrítica es el camino más directo al fracaso.

B).- No ha sabido plantear un programa verdaderamente alternativo como proyecto de nación con una clara diferenciación del proyecto neoliberal, fundamentalmente en el ámbito económico.

C).- No ha podido construir una definición clara en términos políticos e ideológicos de lo que es la izquierda, provocando una desorientación y desconcierto en la población.

D).- Ha perdido el rumbo y carece de una definición ideológica y de proyecto propio, desinteresada, ajena y alejada del contexto internacional, sin debate interno, metida en un pragmatismo electoral y reivindicativo que limita su desarrollo, actuación y sobrevivencia, únicamente dentro del modelo neoliberal al que contribuye a consolidar, formando parte del mismo.

E).- Ha mostrado en el poder legislativo su incapacidad absoluta para incidir en la posibilidad de un cambio de modelo y por el contrario, más allá de la buena intención y voluntad de algunos legisladores, ha contribuido a la consolidación del sistema y sus instituciones.

F).- Los gobiernos llamados de izquierda que han logrado llegar al poder, salvo excepciones, han resultado un fracaso y decepción para sus gobernados sin presentar opción alguna de cambio.

G).-Ha mostrado una incapacidad total en la defensa de la voluntad popular cuando históricamente el pueblo de México ya le ha brindado la oportunidad de gobernar éste país, jugando todas sus cartas no con ese pueblo sino con las instituciones que se pretende cambiar, desconociendo con ingenuidad que éstas no atentarán contra sus propios intereses.

Reflexionemos pues con visión y pensamiento colectivo si la vía exclusivamente institucional es suficiente o demasiado limitada para el cambio, o habrá que impulsar también el camino constitucional; las instituciones están al servicio de los intereses de unos cuantos y la constitución, en su artículo 39 al servicio del pueblo; habrá que rescatarlo.

MÉXICO, D.F. JUNIO DE 2015.

LIC. BENITO MIRÓN LINCE.

“MONAE-AQUÍ ESTAMOS”. 

 

 

 

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