Bernardino Vazquez Mazatzi
Escritor y Periodista
Todas las elecciones tienen su particularidad. Y todas son llamadas más importantes que otras aunque todas tengan los mismos ingredientes de confrontaciones dentro de los partidos y en las campañas electorales entre candidatos. Las descalificaciones, la guerra sucia, las agresiones verbales y físicas y la compra de votos son la característica de cada proceso. Esto es inevitable, normal…
Las elecciones del 2021 no son ni serán diferentes, aunque en esta ocasión se le agrega el elemento confusión, la casi generalizada ausencia de personajes que se podrían perfilar a las candidaturas y la falta de claridad en las reglas del juego. Los partidos políticos juegan un juego diferente al de la autoridad electoral, difiere mucho la normatividad con la legislación que tuvo que enfrentar otro revés. Las alianzas vienen a ratificar la falta de confianza de la militancia y predisponen a las huestes al éxodo.
Los observadores contemplan el acoso de decenas de lo mismo distinguidos que de desconocidos personajes a los partidos en la búsqueda del cobijo, muchos de los cuales ni siquiera tienen la mínima posibilidad de ser candidatos pero hacen presencia y alardes para poder negociar algo. Exageran en sus presuntas bondades, experiencia y trayectoria para apantallar a la gente y a los dirigentes partidistas para venderse como la mejor opción o para canjear su presunto ganado por una dirección o empleo en la siguiente administración.
Por eso es que todos los partidos tienen no menos de diez aspirantes, cual más excelente, maravilloso, insustituible, inmejorable y capaz. Todos andan por colonias, barrios, rancherías, pueblos, condados y parajes en abierta campaña ofreciendo la solución a todos los males, criticando acremente a los gobiernos actuales, prometiendo lo imposible y lo risible, repartiendo cargos y puestos al derecho y al revés, incluso la misma dirección a algunos o a muchos. Los ansiosos ya pintan bardas, colocan espectaculares, abren páginas en redes sociales y hacen visitas domiciliarias sin tener la certeza siquiera de que en su partido o en su barrio los conocen.
La llamada mega alianza ha venido a romperle el corazón a muchos soñadores de una presidencia municipal pues saben que las negociaciones en las cúpulas los van a dejar fuera. Saben que no importa qué tan leal hayas sido al partido, qué tanto te hayas sacrificado y esperado, cuánto hayas dado a tus siglas y colores y hasta cuánto es lo que merezcas. Al menos en el PRI, PAN y PRD las cosas se modifican hasta el grado de permitir una aleada de repudio y rechazo por parte de sus militantes y simpatizantes.
En MORENA las cosas no están mejor: decenas de chapulines, arribistas, desleales a sus partidos, mesías, magos y sanadores se dicen bendecidos por el dedo AMLO y pregonan a quien los quiera oír y a los que no, que son seguros candidatos, que han sido llamados a palacio nacional o que fueron convocados en desayunos comidas y cenas para ungirlos o que recibieron la visita de enviados personales del presidente de la república para anunciarles la buena nueva de ser los futuros candidatos y gobernantes, aunque en sus pechos tienen tatuados los colores y las siglas ignominiosas de los partidos a los que todavía hoy pertenecen.
Autoridades electorales, partidos políticos, legislaciones en materia electoral, personajes en campaña, alianzas y las tempranas traiciones y acomodos, abonan confusión al proceso recién iniciado. Y esa confusión se prevé en aumento conforme pasen los días. Antes de que termine al año la efervescencia estará a todo lo que dé y augura incluso que las cosas se salgan de control a principios del año 2021, en tiempos en que todavía esté lejana por ejemplo, la designación de candidaturas a presidencias municipales, diputaciones locales y presidencias de comunidad.
Por lo pronto, la mayoría de personajes priistas, panistas y perredistas se dicen morenistas y hasta se visten con sus colores, hablan como los auténticos morenistas y hasta critican a los conservadores y opositores a la 4T y se dicen admiradores de López Obrador y así lo dirán hasta que no les toque hueso y entonces volverán a ser sus más aguerridos enemigos del actual régimen y de todo lo que huela a PEJE.
La sugerencia es estar en calma. No adelantar tiempos. Hay que disfrutar la navidad y el año nuevo sin aglomeraciones y cuidando los protocolos sanitarios. No hay que salir de casa y no recibir ni hacer visitas para poder estar al cien en el proceso electoral del año que viene ya sea como espectador, como votante, como candidato, como autoridad o como lo que se quiera, pero no hay que enloquecer desde antes.