Qué camino deben seguir las masas empobrecidas para resolver sus problemas

Por José Orlando Isidro Ramos

Dirigente Estatal del Movimiento Antorchista en Tlaxcala

 

            La crisis sanitaria se encuentra desbocada ante la resistencia del gobierno federal para aplicar suficientes pruebas de detección y dotar de los materiales e insumos necesarios al personal médico que enfrenta un crecimiento exponencial de victimas contagiadas. Por otra parte, ha decretado la culminación de la jornada nacional de sana distancia con lo que se flexibilizan las medidas de confinamiento para reactivar el trabajo de los sectores esenciales dando lugar a un incremento en los contagios y defunciones. La deficiencia en las políticas sanitarias gubernamentales para contener la pandemia nos tiene con 105 680 personas contagiadas y 12 545 defunciones por el coronavirus SARS-CoV-2 hasta el día 4 de junio. El 3 de junio se registró el mayor número de muertes por la COVID-19 con 1 092 defunciones y el 4 de junio llega a 4 442 contagiados por día.

            Especialistas han señalado que el modelo matemático utilizado por la Secretaria de Salud para vigilar el desarrollo de la pandemia en el país muestra deficiencias dado que no estima correctamente la cantidad de contagios ni ha podido prever el acmé de la curva de contagio para declarar la fecha con menor riesgo para la apertura gradual de la economía y la vida social de todos los mexicanos. Las deficiencias del modelo quedan expuestas por estudios prácticos como el que realizó el New York Times en la Ciudad de México en donde detecto que había un subregistro de decesos por el nuevo coronavirus de 75 por ciento, en este mismo sentido, Mexicanos contra la corrupción e investigadores de la revista Nexos al analizar las actas de defunción de este año y comparándolas con las emitidas en el 2019 detectaron un incremento de 8 mil muertes en el mismo periodo de tiempo y la CDMX sólo registraba, al realizarse el estudio, 2 mil decesos por Covid-19 y por casos sospechosos, 6 mil muertes más quedaban sin definirse y por reportar su causa de muerte. Vemos en los hechos que la Secretaria de Salud ha perdido el control sobre la pandemia por lo que ha delegado la responsabilidad de la reapertura a los gobernadores bajo un sistema de semaforización que toma como base los datos de un modelo estadístico desacreditado.

            La crisis económica también desborda malas condiciones de vida para los mexicanos. La Encuesta Telefónica de Ocupación y Empleo (ETOE) realizada por el Inegi  señala que 12.5 millones de personas perdieron su empleo en el mes de abril, de ellos,  2.1 millones eran empleos formales y 10.4 millones eran empleos informales. Personas que no pudieron trabajar ni recibieron sueldo por lo tanto no tuvieron ingresos económicos ni ningún tipo de asistencia patronal o gubernamental, así, de golpe, 12.5 millones se hunden en las condiciones infrahumanas de pobreza extrema por falta de ingresos y de alimentos. Muy lejos queda lo previsto por López Obrador al considerar la pérdida de un millón de empleos. Dadas las afectaciones de desempleo en marzo y abril, el Inegi estima que se necesitan 33.1 millones de empleos para alcanzar una “nueva normalidad” y no sólo los 2 millones de empleos que anunció López Obrador con sus programas federales. No vemos preocupación del gobierno de la 4T por implementar medidas que cubran las necesidades básicas que padecen las clases trabajadoras como es el alimento, ingresos, trabajo, salud, educación, seguridad y reducción de pago por servicios públicos. Aquí también es errática la política del gobierno a tal grado que no se puede vislumbrar el momento en que se pueda alcanzar la estabilidad económica del país para garantizar empleo, ingresos y mejores condiciones de vida a las masas populares y trabajadoras.

            La incapacidad de Morena como gobierno para atender los problemas que enfrentan miles de mexicanos es evidente y se constata con las declaraciones oficiales (el senador de Morena Germán Martínez declara en una entrevista con Ciro Gómez Leyva “veo el panorama incierto, sombrío, veo un túnel en el que nadie nos indica la salida… estamos ante la nueva mortalidad”). El manejo inadecuado de la contingencia sanitaria ha dado lugar a un incremento mayor de contagio y defunciones así como a una pauperización de las condiciones económicas de los sectores más vulnerables por lo que se incrementan las manifestaciones de protesta y denuncia por falta de apoyos gubernamentales que mitiguen el hambre y la falta de ingresos para millones de familias mexicanas, pero también las que denuncian un mal gobierno, en el que se siguen manifestando prácticas de corrupción y ejercicio violento y represor del poder público, de ahí la baja en la popularidad del presidente y de su comportamiento colérico ante los cuestionamientos que exponen las contradicciones entre su discurso y los hechos innegables en que viven los mexicanos.

            La inconformidad social se extiende gradualmente y tarde o temprano explotará ante la desesperación e impotencia por falta de medios de subsistencia e ingresos. La forma en que se manifieste la inconformidad determinará la rapidez o lentitud con la que se recuperará la economía y la armonía social, por ello, es importante analizar y prever cuál tiene que ser el camino que deben seguir las masas populares para resolver los problemas que tienden a embotar el ánimo social. Si lo hace con movilizaciones espontaneas sin acciones organizadas ni objetivos definidos los resultados serán infructuosos, en cambio, si el pueblo se organiza, si se plantea perseguir objetivos definidos los resultados pueden ser alentadores, esta alternativa implica mayores dificultades pues no le basta el malestar y la inconformidad social para nutrirse, requiere, sobre todo, la participación activa y consciente de los que padecen los males de la pobreza y el hambre, de los trabajadores, de las masas, para impulsar y poner en práctica un proyecto de desarrollo nacional con bases científicas, democráticas y populares.

            La incapacidad gubernamental para enfrentar tanto las crisis sanitaria como económica demanda de las clases trabajadoras actuar de acuerdo a sus intereses de clase organizadamente en el marco de los lineamientos constitucionales, exigiendo en primer lugar que las autoridades cumplan con su responsabilidad ante la sociedad destinando recursos públicos para atender las necesidades de alimento, salud, servicios públicos, entre otros, que se requieren ante la contingencia, y en segundo lugar, ante la cerrazón del gobierno de la 4T y los gobiernos estatales a sus demandas más sentidas, debe conformar un frente nacional que corrija la errónea política de la 4T, implementando un proyecto de desarrollo social en el que priorice abatir los altos índices de pobreza y promueva un crecimiento económico que garantice trabajo, buenos salarios y mejores condiciones de vida para todos los mexicanos. La clase política ha fracasado, ha llegado la hora de que el pueblo organizado tome las riendas de este país, los comicios electorales del 2021 le pondrán la prueba para medir su consciencia y voluntad: ¿se seguirá conformando con promesas moralistas o construye una fuerza social democrática que ponga las bases de un país más justo y equitativo?. El pueblo se sobrepondrá, tarde o temprano, se sobrepondrá.

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