Bernardino Vazquez Mazatzi
Escritor y Periodista
Con el inicio de las campañas electorales para la renovar el ayuntamiento del municipio de Chiautempan, se inaugura un nuevo ciclo de predicciones y los expertos, gurús, analistas y politólogos auguran el triunfo de uno y de otros o de varios, confiados en sus métodos supuestamente irrebatibles que marcan con el sello de la victoria a sus preferidos.
La realidad es que 12 candidatos para Chiautempan son muchos, que muy pocos tienen verdaderas posibilidades de triunfo y que como nunca, el panorama electoral en este municipio es complejo, difuso, confuso y por momentos se convierte en una maraña o en un escándalo de promesas y discursos y descalificaciones que nada tienen que ver con la política, la democracia y los anhelos de progreso para la sociedad.
El pueblo chiautempense, contrario a lo creen, piensan y desean los aspirantes a gobernar este antes lanero municipio, está harto, cansado, hastiado y asqueado de tanta demagogia, de ilustres propuestas incumplibles, del hiriente mensaje ambulante y de la misma forma de hacer campaña ante un pueblo anhelante de un cambio, de otros rostros y formas diferentes, de unos aspirantes que hablen el idioma de los ciudadanos.
En el abanico que se ofrece como propuesta de gobierno en este 2016 hay pocos candidatos, pero muy pocos en verdad, que más allá del discurso tienen la intención, la voluntad, el conocimiento y verdaderamente buenos deseos de servir al pueblo. Pero hay otros que enfermos de poder, con la presidencia municipal como fijación y trauma, buscarán el voto incluso pagándolo al precio que sea.
El electorado chiautempense no ignora la forma en que los candidatos fueron nominados por sus partidos, y saben perfectamente que llegaron por imposiciones, por traiciones, por acuerdos de beneficio personal o con convenir así a las cúpulas de esos mismos partidos. En algunos casos sus métodos y fines nada tienen que ver con el buen gobierno ni con beneficio alguno para el municipio, simplemente el poder maneja a su antojo a la política y el pueblo y el desarrollo pasan a último término.
En este proceso electoral de candidatos al mayoreo, pues por docena dicen que todo sale más barato, encontramos candidatos que desde este momento, ya se sienten presidentes y hallamos también a colaboradores que ya se creen secretarios de algo en la siguiente administración municipal y eso, los hace comportarse con arrogancia, con aires de inalcanzables. Los hay quienes no son conocidos ni en su calle y también que ofrecen cargos y puestos como programas de baile.
Y sin embargo no hay aspirante que aborde la problemática real del municipio, que toque temas tan sensibles como la inseguridad, tan delicados como el deporte, la educación y la cultura, que se proponga terminar con la burocracia, la ineptitud y la incompetencia, que se proponga una atención eficiente, eficaz y diaria y respetuosa. No hay quien en las comunidades trate de explicar por qué demonios a los pueblos les han
quitado el voto en las sesiones de cabildo, la policía comunitaria y el sueldo a las autoridades auxiliares.
A nadie se le ocurre explicar por qué muchas poblaciones conurbadas a la cabecera han dejado de ser siquiera barrios y colonias y por ello ya no tienen derecho al presupuesto y por lo tanto, ya no tienen derecho o capacidad o mayoría de edad para decidir qué y dónde hacer obra. La realidad supera a los candidatos.
Así es que es ocioso pronosticar el triunfo o el fracaso de los aspirantes, mejor sería informar a las comunidades, a la sociedad en general, a los votantes en especial, respecto a la situación que priva en los municipios del estado. Es ocioso porque en Chiautempan no va a ganar quien ofrezca la mejor propuesta sino quien disponga de más dinero para comprar el voto la noche del sábado 4 y el domingo 5 de junio, día de la elección. Así se gana esta presidencia desde hace… siempre…