Bernardino Vazquez Mazatzi
Escritor y Periodista
La ausencia de Evo Morales en el gobierno de Bolivia, efectivamente, no es un golpe de estado, pero tampoco es una renuncia voluntaria al poder. En este asunto que convulsionó a los países latinoamericanos, se vierten tantas opiniones que acaban por desorientar a la opinión pública y ceden el espacio a la desinformación de la que salen ganando intereses globales ajenos al país andino.
Evo Morales Ayma es un líder campesino que llegó al poder apoyado por las 36 etnias vivas y cuyos integrantes estaban siendo sometidas por el gobierno anterior. Líder natural, al ya ex mandatario también lo llevó al poder el más grande sindicato, el minero. Encabezó un gobierno popular y democrático; fue bien visto por su gente y por la comunidad internacional que observó cómo en poco tiempo logró la estabilidad económica y sentó las bases para la paz social.
En medio de crisis políticas y financieras de sus vecinos, en medio de la inestabilidad geográfica regional, Evo Morales logró importantes avances en la salud, en la educación, en igualdad social y de oportunidades para su pueblo. Se le reconoció su humanismo, su voluntad de acercamiento con los grupos que no lo apoyaban y logró insertar a su patria en el concierto internacional de los mercados emergentes. Eso nadie en su sano juicio y medianamente informado lo puede poner en duda o lo puede someter a discusión.
13 años y medio con sus días tuvo vigencia el régimen recién concluido. Al final de esos azarosos años empezó a enfrentar el descontento social, incluso de los grupos indígenas que lo llevaron al poder. Para nadie es un secreto el aplastamiento oficial a las revueltas de las etnias que se oponían a la criminalización del cultivo de la hoja de coca y al establecimiento de mineras en selva virgen y el continuo debilitamiento de las relaciones entre su gobierno y el ejército y organizaciones políticas y sociales.
A Evo Morales lo trabajaron desde el exterior. Su política anti neoliberal, la que impide el crecimiento de las trasnacionales, la que deja afuera a los intereses del Fondo Monetario Internacional y demás organismos multinacionales no estuvo ya en los planes de los dueños del dinero. Tenía que irse. Y lo sacaron. Le hicieron su traje a la medida y lo exhibieron como dictador, como represor, como tirano; los bolivianos compraron el producto y terminaron aborreciendo a su ídolo indígena. Así acaba la historia o al menos, este capítulo.
La opinión no se le niega a nadie. Todos opinan y emiten un juicio o razonamiento y dentro del derecho a la libertad de expresión todos tienen cabida; también los hay quienes juzgan y sentencian convencidos de que su versión en la verdad universal y colocan la situación en un contexto de derecha o de izquierda, de fascismo o neoliberalismo, en la dictadura o en el gobierno populista. En todos los casos hay algo de razón y mucho de ignorancia. Hay tres razones, la propia, la ajena y la universal…
La presencia de Evo Morales Ayma también ha desatado la polémica y la reacción airada de unos cuantos movidos por la ignorancia. Ni siquiera permiten la posibilidad de la existencia de tratados internacionales, no le dan cabida al humanismo ni siquiera porque este mandatario ha apoyado a México en sus desastres naturales, no aceptan la existencia de una apertura de nuestro país. Muchos ni siquiera conocen la historia de Bolivia, ni conocen el nombre de su capital o el de sus principales ciudades… pero juzgan y sentencian; en un entorno de tolerancia e inclusión se les escucha pero igual se les rechaza.
Todo hombre que llegue al poder, que tome decisiones, que se atreva, que modifique su entorno y su situación, que hable fuerte, que se convierta en guía y que pretenda dejar un mundo diferente, forzosamente tendrá que enfrentar la ira de quienes ven afectados sus intereses y la cerrazón de los ignorantes o de los que creen saberlo todo.
Evo Morales, es cierto, cometió el error de querer perpetuarse en el poder; al menos ese fue el argumento y pretexto de quienes hoy disfrutan verlo exiliado. Pero en este caso como en muchos, no todo es cierto, no todo es mentira.