El gobierno no tiene respuestas…

La salud desde la prevención hasta la atención quedó en segundo plano

Bernardino Vazquez Mazatzi/Escritor y Periodista

La trágica historia del niño que murió por falta de atención oportuna y especializada en  el municipio de Cuapiaxtla es una radiografía de la realidad dentro del sistema de salud en el estado de Tlaxcala, verdad que no es compartida por la burocracia que ve todo de color de rosa desde el prisma privilegiado del dinero y el poder.

La carencia de lo más indispensable para la atención a los pacientes, los malos tratos de la mayoría de las y los pasantes de medicina y la falta de valores y de educación por parte del resto del personal en muchos centros de salud, son la constante y la más cruel situación que viene a echar por tierra el discurso triunfalista, las cuentas alegres, las cifras a modo y las gráficas favor con las que los funcionarios se convencen de una realidad en la que creen firmemente a fuerza de estársela repitiendo.

Para nadie en el estado de Tlaxcala es secreto que la institución encargada de la salud de las personas fue un botín y el pago de compromisos políticos en el presente sexenio. La salud desde la prevención hasta la atención quedó en segundo plano, a asunto sin importancia; los diversos directivos y hasta dirigentes sindicales del sector se dedicaron a atacarse, a obstaculizarse, a agredirse con tal de estar al frente y dejaron para mejor atención y otros tiempos la calidad y calidez y el profesionalismo.

Sin duda que las declaraciones triunfalistas y hasta ofensivas para los tlaxcaltecas cayeron por el peso de la situación que vivió la familia del pequeño que no tuvo la oportunidad de alegrarse con el discurso absurdo del poder. Y esa lacerante realidad se repite en toda la geografía de este pequeño estado pero que es desconocida por la burocracia que no se atiende en los centros de salud, sino es hospitales privados, pues se entiende que no buscan suicidarse.

Los funcionarios del sector salud en Tlaxcala habrían de atenderse en sus propios centros de trabajo para ver la incompetencia, el burocratismo, los malos modos y las carencias con que se enfrentan miles de ciudadanos que no tienen las capacidades económicas para atenderse en los hospitales privados en donde también trabajan los médicos públicos, pero que dan un trato diferente, tanto como el precio del dinero.

Pero para el sistema de gobierno los servicios de salud son del primer mundo, las críticas son de los enemigos del poder, las inconformidades sin duda obedecen a consignas de los contrincantes políticos y las quejas son de seres sin nombre ni rostro: no se les ve ni se les oye.

Señores políticos, candidatos, diputados, funcionarios del gobierno entendido desde el primer mandatario hasta los empleados del sector salud, si no han acudido a cuidar a un enfermo por las noches y por muchas noches, si no han tenido que dormir en el frío piso como se hace en todos los hospitales, si no han tenido que soportar la inclemencia del tiempo en las madrugadas… y la falta de medicamentos, de especialistas, de educación y de atención en urgencias, entonces, señores, no saben lo que dicen o no hablan del estado de Tlaxcala.

Señores, desde el poder las cosas se ven distorsionadas no sé si por la terquedad de la realidad o por la imposición de las circunstancias. Pero mientras el discurso habla de un mundo idealizado, ficticio, irreal y maquillado, estalla en el rostro ese hoy y el momento presente tangible y cruel, dolorosamente diferente y tristemente actual.

Para hablar habrá primero que bajarse de la nube en donde han instalado su oficina y colocarse del lado de los mortales, de los que caminan en el suelo, de los que sufren con lo que ocurre día con día en las oficinas de gobierno y en las instituciones supuestamente para servir y solucionar los problemas de la gente no para empeorarlos ni para colocarse del otro lado en calidad de estorbo y enemigo.

La realidad en materia de justicia, de transporte y de salud entre otras, dentro del estado de Tlaxcala, en estos momentos, es completamente diferente a la percepción que tiene el régimen actual. En el discurso no hay la autocrítica y mucho menos la aceptación de que en muchas áreas, las políticas públicas y los planes y programas simplemente son un fracaso y una muestra de que la mayoría de los tlaxcaltecas no sienten cumplidas sus expectativas.

Cómo nos van a explicar desde el gobierno, cómo nos explicamos a la luz de lo que se ve y cómo vamos a convencer a la familia de esa negligencia y a otras tantas que ocurren frecuentemente que la realidad es invento de los enemigos políticos y no una situación cotidiana… al pueblo le sobran preguntas, el gobierno puede ofrecer pretextos o evasivas, pero no tiene respuestas…

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