Entre la ineptitud y la indolencia

Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y Periodista

 

Preocupa mucho lo que está pasando y lo que deja de ocurrir en el estado de Tlaxcala en materia de inseguridad, pero aterra aún más la indiferencia con la que la mayoría de la sociedad enfrenta este fenómeno de violencia irracional con que amanece y anochece nuestra patria chica. Queda perfectamente claro que el gobierno ha quedado completamente rebasado por la delincuencia común y la organizada y que no existe proyecto ni estrategia para confrontarla y eventualmente, frenarla.

La aparición de cadáveres desmembrados, calcinados, balaceados, embolsados, los asaltos a mano armada, el robo de unidades del servicio público, la desaparición de personas y el robo a negocio son a partir de apenas unos pocos años una constante creciente negada por la autoridad somnolienta, inoperante, incompetente y cómplice. La delincuencia tolerada se pasea oronda en la nariz de la autoridad, consciente y segura de su poder e impunidad.

Para una inmensa mayoría de tlaxcaltecas, el gobierno del estado ha abandonado su obligación y responsabilidad de proteger los bienes y la vida de las personas. Hay un enorme sentimiento de indefensión y de abandono en un considerable porcentaje de personas que no confían en las instituciones de ley ni en los discursos o planes y proyectos de los gobernantes. Nunca como ahora hay una sensación de inseguridad y de temor para andar en las calles, al salir del banco, a bordo de unidades del transporte y hasta dentro del hogar. La violencia y la inseguridad no tienen límites ni respetan rangos ni niveles sociales.

Los tlaxcaltecas transcurren su día con las noticias terribles del asesinato cobarde de dos policías estatales los cuales jamás estaban haciendo operativo alguno ni detuvieron la marcha de motocicleta alguna: los sorprendieron y balearon de forma cruel. Los tlaxcaltecas despiertan con la noticia de embolsados en Contla, de incinerados en Atlangatepec o Tequexquitla o en cualquier parte de la geografía estatal. Hay imágenes de jovencitas desaparecidas, de intento de asesinato de una muchacha en Huamantla, de asaltos al transporte de mercancías, de intentos de secuestros, de balaceras y acosos sexuales.

Las cifras de víctimas mortales e indefensas crecen ante la ineptitud e incompetencia de quienes debieran proteger al pueblo, ante la indiferencia de las autoridades dedicadas en cuerpo y alma a crear escenarios idealizados y preocupados más por asignarse salarios de escándalo y vergüenza que por defender a quienes en la realidad son sus patrones o jefes. Todos los días o la mayoría de días de las recientes semanas son de noticias sangrientas sin que uno, siquiera uno de los gobernantes de Tlaxcala, salga a dar una explicación al menos por dignidad y honor.

Y si la violencia indigna, aterra y sorprende, también es digna de atención la indolencia de la inmensa mayoría de los tlaxcaltecas. No se ven los críticos del sistema, no se escucha la voz indignada de los opositores al gobierno, no es contundente la crítica de los feroces analistas y periodistas ni hay pronunciamiento severo del clero o de la clase empresarial. Pareciera respirarse en el estado un silencio cómplice o tal vez existe una sensación terrible de complacencia o resignación. Cualquier cosa: indolencia o resignación, es una locura, un suicidio, la peor decisión.

Estar consciente de la realidad de inseguridad, de violencia generalizada y de la inoperatividad de la autoridad y al mismo tiempo reconocer el vamadrismo de la sociedad es también explicar más no justificar el crecimiento constante y veloz de esta forma de exterminio humano por demás irracional y demente. Bajo la permisibilidad del gobierno y complacencia de la autoridad, bajo el desinterés de los padres de familia e la irresponsabilidad de una sociedad cada vez más indolente, las cifras de crímenes se disparan y el dolor, la muerte, la sangre y el delito se apoderan de todas las clases sociales y todos los sectores de la entidad.

Tlaxcala, se diga lo que se diga, se acepte o se niegue, en estos días vive entre la ineptitud de unos y la indolencia de otros.

Relacionados

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Back to top button
WP Twitter Auto Publish Powered By : XYZScripts.com