La misión de la juventud en México

Edith Martínez Ventura

Vocera estatal del Movimiento Antorchista en Tlaxcala

En nuestro país, como en cualquier otro, existen numerosos problemas que afectan directamente a la población; en México el principal es la pobreza, originada por la desigualdad económica que impone el sistema en una sociedad capitalista como la nuestra. Esta condición bajo la que tienen que vivir más de 90 millones de mexicanos, provoca a su vez, otros problemas como la inseguridad, la violencia, la corrupción, etc., que van denigrando el sano funcionamiento de la sociedad y que, lejos de irse corrigiendo con las medidas adoptadas por los gobiernos en turno, vemos todo lo contrario: la pobreza crece, posicionando a nuestro país como uno de los más desiguales en el mundo; sucede lo mismo si hablamos de los índices de violencia y de inseguridad, además de que también la estadística internacional nos evidencia como uno de los países con un sistema político de los más corruptos, basta recordar los últimos casos de funcionarios descubiertos en delitos de este tipo.

El escenario que se nos presenta no es alentador, por esa razón, los tiempos que corren exigen de un profundo compromiso por transformar de fondo a la sociedad para bien de nuestro país. Este razonamiento, en los hechos se traduce en una titánica tarea por realizar, puesto que reclama una educación consciente y constante del pueblo trabajador, de manera que sea capaz de organizarse y luchar por alcanzar niveles de bienestar que les permitan desarrollarse plenamente. Pero ¿En manos de quién está la responsabilidad de llevar a cabo esta misión? Definitivamente en manos de todo aquél hombre que se considere parte del pueblo, sin embargo, una de las fuerzas más revolucionarias en la sociedad, es la juventud, en cuyos hombros debe recaer también el compromiso de combatir los azotes que la pobreza bate en contra de su pueblo.

No obstante, hablar de la juventud y de su papel en la sociedad se ha convertido en un tema de carácter más comercial que político, cuando se aborda el punto, se utiliza un discurso fundado en un pragmatismo que impulsa a los jóvenes a servirse a sí mismos, alejándolos de su responsabilidad ante los problemas que nos presenta la realidad, no sólo de nuestro país, sino del mundo entero. Esta tendencia sistemática, reforzada con una oferta de “vicios” (alcoholismo, drogadicción, sexo, fiestas, etc.,) al alcance de cualquiera, provoca serios rasgos de descomposición de las nuevas generaciones que dañan colateralmente a la misma sociedad, creando jóvenes insensibles, que miran con desdén el papel político que tendrían que desempeñar. Seguir por este camino, solo nos llevará a desechar esa fuerza revolucionaria que innumerables veces ha demostrado a la humanidad ser un agente de cambio para avanzar.

Creo, por convicción, en aquella frase que reza: ¡La juventud por naturaleza es revolucionaria! Por esa razón, considero que ante los problemas que tiene el país, los jóvenes tienen que ser incluidos en la agenda política con el firme propósito de construir una sociedad más justa. Cuando a los jóvenes se les educa correctamente, se les orienta, se les explica, escucha y da seguimiento a sus intereses e inquietudes, ese potencial que tienen se vuelve un arma de desarrollo social. Esa rebeldía bien encausada hace que la juventud proyecte mejor su vida y actué maduramente, que identifique que el presente y el futuro están en sus manos. Involucrarse en política es dar un paso importante, cuando son parte de las decisiones para mejorar su entorno, mejoran su concepción de las cosas, lo que los convierte en seres capaces de modificar su realidad. Por todas las cualidades que poseen, los jóvenes pueden luchar por un mundo diferente y mejor, pueden ponerse al servicio de sus ciudades, pueblos, colonias y de su país.

Esa gran misión transformadora, debe quedar bien claro que es tarea de las generaciones actuales y que de eso dependerá el rumbo del país, y nadie, en su sano juicio, podrá negar que el potencial que representan los más de 30 millones de jóvenes mexicanos, será un arma poderosa que impulsará el tránsito a un país próspero que combata sus problemas con energía e inteligencia.

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