En esta fecha muy especial…
La otra realidad es que todo el tiempo que dura la vida y todo instante que la compone es especial
Bernardino Vazquez Mazatzi
En realidad, los 60 segundos que tiene un minuto, los sesenta minutos que tiene una hora y las 24 horas que tiene un día son especiales. La vida misma es un milagro y una oportunidad permanente que, dependiendo de nuestra actitud frente a las circunstancias cambiantes que se nos presenta para no hacerse rutina, es especial.
El hombre, en su afán por creerse dominante y capaz de modificar cuanto toca y piensa que entiende, ha fraccionado el tiempo y lo ha ubicado de acuerdo a sus necesidades y caprichos. El tiempo, que es en su naturaleza y origen un elemento indivisible y por lo mismo, eterno, no puede entender ni acepta espacios ni divisiones que hemos llamado eras, siglos, décadas, meses y semanas. El tiempo es, simplemente, infinito.
Además de fraccionarlo para sus necesidades y costumbres, la raza humana lo ha utilizado para intentar explicarse su condición física, espiritual o material en el mundo. Desde sus orígenes, el hombre le endosa al tiempo su felicidad o su desgracia, su abundancia o su pobreza, su surte y su futuro.
Es por ello que al marcar el término del lapso de 263 días en que el hombre ha acomodado el año en la era moderna, le da por abrazarse, felicitarse, desearse prosperidad, ventura y dicha, le brota el torrente de buenos deseos, le nubla por momentos las debilidades y las pasiones contrariadas, le esconde las codicias y envidias y a veces con sentimientos honestos y sinceros espera para su prójimo todo cuanto materialmente y en salud lo haga sentirse realizado.
Pero la otra realidad es que todo el tiempo que dura la vida y todo instante que la compone es especial. Por ello no es necesario esperar que el calendario, y sólo él, marquen el final del tiempo contemplado para un año, para abrazar a alguien, a todos, para desearles y desearse felicidad, dicha, amor, prosperidad económica y en sabiduría y sobre todo salud física y espiritual y para valorar la vida y la oportunidad de ser y estar y servir con un compromiso que no tiene por qué renovarse sólo en los diciembres.
Todo tiempo es especial… que no lo entendamos o que lo entendamos a nuestra manera es otra cosa. Todo instante es el idóneo para pedir y esperar y anhelar para los demás mejores tiempos, el cumplimiento de los proyectos, la consecución de los sueños, la culminación de los esfuerzos y la realización plena como persona integrante de una sociedad y una familia en un ambiente de felicidad y goce. Por qué deberíamos esperar a la navidad y al año nuevo para ser felices, para permitirnos la culminación de los logros o el arribo a la felicidad…
Todo tiempo entonces es una oportunidad… que no sepamos aprovecharla o que la utilicemos para fines ajenos a nuestra naturaleza humana es otra cosa. Eso quiere decir que todos los días, de todos los meses y todos los años deben ser especiales para iniciar nuevos proyectos y para inaugurar los de ayer. Eso quiere decir que todo el tiempo debemos abrazar y besar y querer a nuestra gente y amarla y respetarla y servirle de forma indefinida, tal y como lo es el tiempo: infinito.