Que tu felicidad no sólo sea un deseo…

Hay que vivir pero sólo para servir, soñar para hacer realidad esa posibilidad y derecho y avanzar para llegar hasta donde los límites los marque la presencia en este mundo.

Bernardino Vazquez Mazatzi

Resulta ocioso desear paz en esta vida y especialmente en esta temporada de buenos propósitos personales y colectivos, si no alcanzamos a entender o a valorar el concepto que representa el anhelo porque los demás encuentren tranquilidad y satisfacción espiritual y, de ese modo, poder derramar en su entorno y su existencia los más hermosos sentimientos y las más humanas acciones.

Al desearle paz a alguien, en realidad estamos esperando que en esos momentos ese alguien tenga tranquilidad en todos los ámbitos. Ese buen deseo conlleva a creer que el destinatario tiene buena relación con su cuerpo, mente y espíritu, que no tiene conflictos con su personalidad ni con quienes lo rodean y que ha logrado buen entendimiento con su familia, sus amigos, sus compañeros de trabajo o estudio, con sus vecinos y en general, con todo su entorno y con quienes puede verse a los ojos, a quienes saluda con respeto y diligencia y que además, esos otros manifiestan gusto, satisfacción y orgullo por conocerle, saludarle y saberle en excelente salud.

Desearle paz a alguien implica tener conocimiento o la seguridad irrebatible de que el ser a quien va dirigida esa posibilidad es una persona humanista, sensible, tolerante, abierta de mente y pensamiento pero sobre todo, dispuesta a servir sin esperar nada a cambio; todas estas virtudes no se dan necesariamente o no sólo dentro de alguna religión o creencia o ignorancia, sino en toda persona que no sólo desea buen día, prosperidad o felicidad, sino que hace siempre algo porque eso sea realidad.

Desearle paz a alguien es dejar abierta la posibilidad de que su corazón, sus sentimientos, sus emociones, sus pasiones, sus pensamientos, sus acciones y anhelos estén ausentes de envidias, de mitos, de fanatismos, de odios, de deseos oscuros y codicias, de temores nacidos de la ignorancia y alimentados por las dudas… es anhelar que en otro obre el cumplimiento de las metas y la realización de los triunfos sin el resquemor de la sospecha.

Desearle paz a alguien, en todo tiempo, circunstancia y lugar, pero principalmente en estas fechas decembrinas que debieran ser también de reflexión y de replanteamientos, es esperar que los otros encuentren en la vida la razón de la existencia y que la luz del entendimiento les haya iluminado la razón para concebir que todos somos los otros, que los demás en realidad somos nosotros mismos para poder vivir en armonía con la naturaleza y en la conciencia de todo cuanto se haga o se deje de hacer por la especie humana en realidad se hace o se deja de hacer por uno mismo pues todo tiene repercusiones, consecuencias o resultados, premios o castigos.

Desearle a alguien paz y esperar honestamente que esa concordia se haga extensiva a la familia y al entorno es haber hecho algo para que ello sea posible pues el mundo y la felicidad no se construyen con buenos deseos, con mensajes de frases prefabricadas, con un obsequio a veces inútil, con un abrazo prolongado pero hueco,  ni con un beso en la mejilla pero nacido del desprecio o el desdén, sino con acciones y oraciones y sentimientos positivos ya que no es entendible ni aceptable que los hechos sean más visibles y concretos que los discursos.

La felicidad y la paz que se desea y se espera para los demás y cuando estos argumentos nacen del corazón y son dictados por la consciencia sosegada, buscan que el destinatario de esos ruegos esté en paz con los padres y hermanos, que las deudas sean aceptadas, que su vida esté ausente de rencores y que mantenga la fe y la esperanza en tiempos mejores en tanto lucha por hacer partícipe a la gente de los tiempos de abundancia, no necesariamente material.

Estar vivo no es lo mismo que contar con una existencia, dormir no precisa necesariamente soñar y caminar no quiere decir que la gente avance… hay que vivir pero sólo para servir, soñar para hacer realidad esa posibilidad y derecho y avanzar para llegar hasta donde los límites los marque la presencia en este mundo.

Por eso es que, propongo, hagamos que los deseos de paz, felicidad, prosperidad y dicha no sean sólo buenas intenciones ni palabras vacías y frases sin sentido, sino proyectos para luchar por el cumplimiento de los sueños y para merecer la hermosa oportunidad de vivir… les deseo Feliz Navidad y un año 2016 pletórico de satisfacciones y paz en sus corazones…

 

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