Bernardino Vazquez Mazatzi
Escritor y Periodista
En materia de libertad de expresión, decía Ernesto Zedillo Ponce de León en su carácter de presidente de la República, es mejor el abuso que la censura, son mejores los extremos que las prohibiciones. Sin embargo, en asuntos de crítica a las figuras públicas que se supone no deberían sentirse agredidas ni agraviadas por lo que se diga de ellas, se ha abusado hasta la ignominia en el señalamiento de sus acciones y omisiones y es preocupante y reprobable cuando esa crítica ataca su vida privada que poco o nada tiene que ver con su función o situación.
En los días recientes y sobre todo en las redes sociales y muy condenable por parte de algunos reales o supuestos periodistas, se ha desatado una inmoral difusión de imágenes y datos que agreden y vulneran a personas de la vida pública y violentan la vida privada de personas que por el simple hecho de no contar con la amistad o simpatía de alguien, son difamados, exhibidos y ofendidos sin que esto signifique el uso del derecho constitucional de libertad de expresión ni que represente una contribución a la paz, la estabilidad y el diálogo nacional.
Creo que algunos reporteros y medios de comunicación han perdido el rumbo y confunden el rumor y el chisme con el material netamente periodístico y no saben discernir sobre lo que es de interés general, lo que informa, orienta y forma a la sociedad respecto a lo que sólo llama la atención, sirve para el morbo y contribuye a la desconfianza y el encono…
Si bien, dicen los que creen saber de todo, los servidores públicos, los políticos, los gobernantes, los artistas y todo aquel que dé la cara o cobre del erario no tienen vida privada y que todo lo que hagan y digan, omitan hacer o callen, es de interés general y es obligación del periodista o ciudadano difundirlo, hay algo que se llama ética, dignidad, honor y responsabilidad que debería impedirnos exhibir imágenes y otros datos más si sabemos que hacerlo va a hacer daño y no necesariamente va a dar a conocer algo de relevancia o que ayude a la convivencia pacífica entre seres humanos.
La libertad y el derecho significan responsabilidad y las del otro siempre terminan en donde empiezan las de uno. Así es que antes de criticar sin fundamento, antes de exponer vicios y defectos de los otros, antes de colocar a los demás en la burla o en el peligro deberíamos ponernos en su lugar y tratar de entender cómo sería la realidad su fuéramos nosotros quienes estuviéramos en las redes en esas circunstancias. Hay publicaciones hechas por pura venganza, con el único fin de dañar, exclusivamente para la burla de la gente.
Lo otro, la información fundamentada, la noticia objetiva, el dato comprobado y soportado en documentos, audios, videos y fotografías, la que se comprueba con testigos oculares y presenciales, eso, es profesionalismo, es periodismo veraz y oportuno, es el uso y disfrute del derecho a la libertad de expresión y es aquello que informa, forma, construye y orienta a la sociedad. La crítica sin sesgos ni tendencias es la que ofende al político y al funcionario corrupto y es la que le consigue de forma gratuita enemigos al comunicador.
La crítica al poder nunca es ociosa ni extrema siempre y cuando los argumentos que se usen para hacerla impliquen ética, responsabilidad y objetividad. Un buen servidor público o cualquier nivel de poder saben perfectamente que la crítica los orienta y lleva a modificar el rumbo, a entender qué es lo que se está haciendo mal y hacia dónde dirigir los cambios, la crítica bien intencionada y mejor aceptada y utilizada es un instrumento valioso; para entender todo ello hace falta humildad y espíritu de servicio.
Por su lado, la sociedad debe consumir productos probados en su calidad, veracidad y objetividad; la gente debe aceptar sólo aquello que le sirva para no ser utilizada; hay quienes ganan mucho o al menos satisfacen su mediocridad exhibiendo al vecino, a una mujer o hasta a un funcionario menor sin que con ello contribuyan en algo. La crítica es buena, desde luego, el morbo no. El periodismo es una profesión y casi un apostolado, el rumor sin fundamento es una vergüenza.