Bernardino Vazquez Mazatzi
Escritor y Periodista
La violencia no tiene justificación y menos en el deporte… tampoco la tiene cuando lo que se busca es erradicarla en la vida diaria de la mujer. No es aceptable ninguna forma de brutalidad para demostrar fuerza individual y colectiva. La violencia será siempre un pretexto o la justificación para demostrar que se carece de argumentos basados en la razón, el respeto, la tolerancia y la justicia.
Resultan trágicas y vergonzosas las imágenes de muchachos liándose a golpes a medio encuentro de futbol por una simpleza pues no puede haber motivo suficiente que amerite recurrir a la violencia para exigir un resultado a favor. Nadie les ha dicho a los futbolistas que ese juego de pelota es un deporte, que es un juego con reglas aceptadas por las partes y que en ellos siempre hay un ganador.
No puede recurrirse a la justificación absurda o la explicación ridícula de que así de apasionado es el futbol. El deporte es disciplina, búsqueda dela paz mental y espiritual, es una competencia de habilidades y destreza, es fuerza y estrategia, es concentración y paciencia… ¿en dónde demonios dice que hay que agredir y lesionar para ganar?
El futbolista debe entender que la cancha deportiva es la arena para medirse en cuanto a estrategia, fuerza, imaginación y superación personal y nunca, por ningún motivo, debe significar un espacio de oportunidad para dañar, al contrario. El juego lo gana el equipo que mete más goles no el que tiene la capacidad o la maña para agredir y lesionar. Jugadores con una mentalidad violenta no pueden y no deben tener cabida ni en un equipo ni en la cancha.
En Tlaxcala se replican, todos los domingos y en todas las comunidades del estado, escenas de violencia en donde se pierde el espíritu deportivo, se olvida el fer play, se pasan por alto e ignoran las reglas del juego y se recurre a la agresión sustituyendo al deporte por los golpes. Qué cosas más tristes, vergonzosas e injustificables. La violencia es alentada por las porras compuestas principalmente por mujeres y por varones en estado de ebriedad.
Porque, por desgracia, en Tlaxcala, en todos los campos y canchas llaneras, lo que abunda es el alcohol. Decenas de jóvenes, con el uniforme puesto y con los tacos, al terminar el partido, ganen o pierdan, consumen cantidades escandalosas de cerveza y después deambulan por las calles adyacentes al campo en un espectáculo deprimente.
¿Dónde está la difunta ley que regula la venta de bebidas embriagantes cenca de los espacios en donde se practica un deporte? ¿Dónde están las autoridades que debieran vigilar el cumplimiento de esa ley? ¿Quién podría atender esta alarmante situación? No es aceptable, ni la venta de alcohol ni la violencia que se genera por su consumo.
Otro escenario de violencia lo es la conmemoración del 8 de marzo que supuestamente tiene el objetivo de protestar por la violencia. La brutal expresión de la violencia por parte de algunas mujeres es el resumen y la síntesis de un movimiento equivocado que pretende apagar el fuego con gasolina.
La violencia que genera el 8 de marzo no es aceptada por el mismo género femenino pues su equivocada forma de protestar no es una lucha que busca reivindicar derechos ni es un movimiento que pretenda alcanzar justicia. Las verdaderas luchadoras o activistas no están representadas por las feministas agresivas ni hacen suyas las formas en que pretenden obtener derechos.
Si bien la mujer sigue siendo violentada de muchas formas, si bien se mantienen en permanente riesgo y son incluso consideradas en exterminio, sus formas y objetivos para alcanzar la igualdad y allegarse a la justicia jamás deben pasar por la violencia que quieren erradicar. Todas las mujeres que han logrado cambios a través de la historia lo han hecho con inteligencia y estrategia.
Por otro lado, la violencia que ejercen ciertos sectores del feminismo no ha disminuido en nada el índice de agresión y feminicidios en México. Por lo tanto, la estrategia de romper vidrios, dañar edificios públicos, agredir a la autoridad y afectar monumentos históricos es una estrategia equivocada, si es que hubiera estrategia.
Definitivamente, este 8 de marzo, y todos los días de todo el año, la mujer debe protestar y exigir seguridad, justicia y sus derechos e igualdad, pero no debe pretextar ni argumentar que la violencia que combate con más violencia.