¿Procuraduría o Fiscalía?

Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y Periodista

El cambio de Procuraduría General de Justicia a Fiscalía en Tlaxcala llega con esperanzas y posibilidades, pero también con una enorme carga de escepticismo. Para los ciudadanos que conocen algo o mucho del tema relacionado con la impartición de justicia, con los asuntos de la impunidad y con tópicos de incremento de la delincuencia y los delitos en el estado, pero, sobre todo, para los mal pensados y para los que están en contra de todo y a favor de nada, no es posible que con sólo un cambio de figura jurídica se ponga fin a la ineptitud, arrogancia, prepotencia e insensibilidad de años…

Ojalá no sea sólo un cambio de nombre, una simulación o un maquillaje, al sistema de procuración de justicia en nuestro estado. Porque de acuerdo a los entendidos de estos asuntos, el cambio de Procuraduría a Fiscalía habría de implicar el cambio de ese personal altanero, irrespetuoso y mal educado que ha infectado al sistema. Ojalá que esa metamorfosis institucional incluya la remoción, despido o cambio de esos malos funcionarios que se creen dueños hasta de la silla que el pueblo les ha comprado para servir.

Lo cierto es que apenas se concretó el cambio, los delitos de alto impacto se recrudecieron en la entidad. Como mensaje de bienvenida o como muestra de poder de la delincuencia, como mensaje intimidatorio y para que se entienda quien tiene el control. Y para responder a ese contraataque de la delincuencia no está preparado nada y no existió nunca un plan para responder a la agresión no sólo hacia las instituciones, sino a la sociedad civil.

Para el pueblo tlaxcalteca el cambio en la dependencia o institución puede tener todas las buenas intenciones que se pueda uno imaginar, pero si no van acompañadas de hechos que mejoren los resultados y la eficiencia de quienes ahí cobran no tiene la menor importancia. Serán asuntos meramente burocráticos, políticos o de otro tipo de intereses. Si en asuntos de muy alta relevancia como los asesinatos, ejecuciones, robos y asaltos no hay combate efectivo ni resultados positivos que se esperan nada hay quefestejar ni presumir.

En la semana pasada ocurrió un incidente de tránsito en la carretera a Cuaxomulco. Una camioneta adscrita a la ya Fiscalía General de Tlaxcala chocó contra un auto particular. El elemento de investigación aceptó su culpa, pero se negó a pagar los daños con el argumento de que lo haría la aseguradora. Y la aseguradora dijo que no cubre ese tipo de incidentes así es que el choque quedó impune y la falta de pericia del trabajador que se supone está para proteger al pueblo se fue impune. ¿Estamos hablando de ese cambio?

Antes de la transformación y hasta poco después de ese cambio la gente seguía teniendo la idea de que acudir ante el Ministerio Público es una pérdida de tiempo. El pueblo en general mantiene la desconfianza a esa institución onerosa, ineficiente e ineficaz pues sabemos que los funcionarios que debieran estar para atendernos y servirnos con respeto y educación son insensibles, altaneros de muy mal talante. La pregunta es si eso va a cambiar para bien con el cambio de nombre de esa institución que debiera ser garante de la impartición de la justicia.

Ahora que no hay que negar que ha habido aciertos, la Procuraduría General de Justicia del Estado puede presumir de destacados logros en la investigación de delitos, de captura de importantes bandas delictivas, de solucionar sonados casos de hechos de sangre. Que cruel es la sociedad que los desconoce o no les da el valor que merecen. Qué triste es que los inconformes con todo rechacen esos aciertos y que magnifiquen lo negativo. Eso no es malo, pero hay que ser objetivo.

Aunque también es cierto que muchas de esas victorias se ven opacadas con las malas acciones o muchas omisiones de unos cuantos malos funcionarios. El sistema de comunicación estatal permite que los medios de comunicación magnifiquen lo negativo y resten espacio a las buenas noticias, que sí las hay en materia deportiva, cultural, empresarial y turística por mencionar sólo algunas áreas que han tenido resultados de resonancia nacional e internacional.

No se trata de maquillar la realidad ni de negar que lo que está ocurriendo en Tlaxcala es una tragedia y hasta es absurdo negar su gravedad al comparar la incidencia delictiva con lo que ocurre en el país, sino de poner las cosas en perspectiva, de poner sobre la mesa ambas realidades y de dejar en claro que, si bien tenemos mucho que lamentar, también hay mucho de que estar satisfechos. El mundo no sólo necesita intoxicarse con la tragedia, sino respirar esperanza, encontrar un resquicio de confianza… ojalá este experimento calle bocas y logue lo que hasta ahora, es un sueño, una utopía.

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