Por quitarles el voto a los presidentes auxiliares
La sociedad y específicamente la gente que vive en alguna de las más de 400 comunidades del estado de Tlaxcala, se sienten traicionadas por los diputados del congreso local y prepara actos de repudio a los partidos que los postularon. Porque resulta que no consideran tan inteligentes a los legisladores como para tomar una determinación de tanta importancia como la de quitarles el voto a los presidentes auxiliares, sin obedecer un mandato supremo pues eso de la autonomía legislativa, que se entienda bien, es un mito, una vergonzosa mentira… una burla.
A la mayoría de los presidentes de comunidad, si es que no a todos, les parece poco menos que una estupidez la reforma aquella en la que de la noche a la mañana, sin consultarlos o sin preguntar a la sociedad de la cual emanan y la que les paga hasta sus disparates, si era pertinente o no quitarles el voto en las sesiones de cabildo. En realidad, a la mayoría de los diputados ni les importa conocer y tomar en cuenta la opinión del pueblo, sino acatar la orden del patrón. Porque ahora se sabe, algunos de los que levantaron el dedo, ni siquiera leyeron el contenido de la propuesta que reformó la ley.
El derecho de opinar, la oportunidad de diferir, la necesidad de sugerir, de exigir igualdad y de buscar y lograr mayores recursos para sus comunidades de los presidentes y de esa forma dar resultados es algo que los diputados locales no saben, que no conocen, que no les es exigido. Ellos no tienen la urgencia ni la exigencia del pueblo. En algún momento son inalcanzables, ilocalizables, invisibles, inútiles. Los presidentes no, el pueblo los conoce, sabe su domicilio, sus rutas de llegada e ida, sus costumbres y no va a preguntar si se puede, va por resultados, por respuestas, por el apoyo que a veces sale de su bolsa.
Los legisladores tlaxcaltecas, que debieran ser los defensores y garantes de los derechos de las mayorías, les arrebataron a los pueblos y a sus autoridades su capacidad de pensar por sí mismos y los ubicaron en el sitio de los faltos de entendimiento, de los que no tienen la capacidad ni la madurez como para saber qué es lo que les conviene, los beneficia o los afecta. Ignorantes de los usos y costumbres, de la cultura y formas de organización, ajenos a las mayordomías, cofradías, cargos honoríficos, faenas comunitarias, cooperaciones y demás formas de vida de los pueblos y la gente, los legisladores, en ciega obediencia a quien les ordena, votaron la reforma sin otro interés que quedar bien aunque con ello se descaren y exhiban su mediocridad.
Algunos de los diputados que traicionaron la confianza de las comunidades ahora van por la presidencia municipal. Es decir, pretenden gobernar a quienes les han quitado la facultad y el derecho de participar en la organización, planeación, programación, propuesta y sugerencia del desarrollo de sus propias comunidades. En pocas palabras, creen que los van a recibir con gratitudes y reconocimientos. Claro, tienen a su favor que la mayoría de la sociedad por el momento desconoce el alcance de la reforma y, por otro lado los apoya la memoria de corta duración de la gente. Pero en la mayoría de las comunidades, se les espera con reproches y preguntas que de antemano, sabemos que no tienen respuesta.
A los pueblos se les ha negado su derecho de gobierno aunque en el fondo lo que se busca es el control y aprovechamiento de los recursos, de los presupuestos, de los ingresos propios, de las cooperaciones, de la recaudación por agua potable y demás formas de financiamiento interno. Ya se hizo en la década de los 80 cuando se les retiró la figura de Juez de Paz. Se pretendió entonces que los conflictos, las demandas, los acuerdos y demás formas de autogobierno que redituara dinero fuera a parar al Estado, a las instancias de la capital, a las instituciones de gobierno. Pero no fue así, en los pueblos el presidente de comunidad siguiendo siendo consideradas autoridades morales y con la confianza suficiente como para dirimir las diferencias.
La reforma de la infamia tampoco va a funcionar pues los munícipes por fuerza tendrán que negociar la gobernabilidad con los presidentes de comunidad, deberán crear la figura que los inserte en las determinaciones importantes que los involucre y encontrarán la forma de conciliar los intereses en beneficio de la sociedad. En todo caso, la reforma a la ley, la que les quita el voto a los presidentes auxiliares no es más que otro engendro de esta legislatura que si en algo se distinguió, fue en sus pleitos, en su improductividad, en sus conflictos de intereses, en el reparto del presupuesto en beneficio personal… y en leyes como está, nacida para perder.
La gente en los pueblos se siente defraudada, traicionada, incomprendida y considera que sus diputados son traidores… ojalá y eso sí les puedan preguntar.