Bernardino Vazquez Mazatzi
Escritor y Periodista
Gobernar, definitivamente no es nada fácil y quien diga lo contrario nunca ha tenido la oportunidad de ser autoridad y no tiene muy claro qué representa esa enorme responsabilidad. Y es todavía mucho más complejo ejercer el poder cuando se tiene una sociedad multicultural, politizada y con la permanente, constante y punzante crítica de la oposición que más que aportar soluciones obstruye el proyecto del gobierno en turno, mismo que se pone en charola de plata con sus acciones y omisiones.
Hay inercias, compromisos, vicios e intereses inconfesables que se tienen que afrontar cuando se llega al gobierno. Cuando el gobernante no es capaz de conciliar, negociar, dialogar, llegar a acuerdos o de imponer la ley, entonces se marca el rumbo del fracaso de la administración y se entrega el poder a esos intereses ajenos al pueblo. Muchos de los actuales gobernantes no tuvieron claro el rumbo desde el inicio mismo de su gestión. Al paso de los meses y a estas alturas son un error para el pueblo y una tragedia para sus estados, municipios y comunidades.
El gobernante enfrenta fuertes presiones de adentro y de afuera. En múltiples ocasiones el gobierno se rompe por dentro porque no se puede conciliar con los integrantes de la administración. Funcionarios impuestos por los partidos políticos o diputados y regidores o colaboradores incómodos exigen mucho y si no obtienen lo que quieren entonces minan desde el interior y hacen fracasar el proyecto haciendo que el gobierno naufrague.
Al gobernante se le imponen personajes a veces completamente contrarios a los planes o definitivamente totalmente ignorantes del oficio. Están ahí porque son recomendados de los partidos, de gente del poder… son compromisos de campaña, ahijados, hermanos incómodos, hijos inútiles, son pago de facturas por apoyo económico de campaña. Finalmente son lastre que acaba impidiendo el avance del pueblo.
Y sin embargo, toda esta fauna y argumentos no deben ser pretexto para ofrecer ppésimas cuentas de la administración. La falta de resultados, la ausencia de un funcionario eficiente y eficaz y la nula transparencia en el manejo del presupuesto no son aceptables ni justificables. No puede ni debe haber conformismo de la sociedad y no se vale exculpar al gobernante al que le van a sobrar presuntos motivos para explicar su fracaso y la debacle de su administración.
Porque resulta que, a estas alturas de las administraciones, en toda la geografía tlaxcalteca, no hay un solo alcalde que presuma éxito total de su administración y que diga que ha cumplido con su ofrecimiento electoral y que ha superado las expectativas generales y personales. A pesar de que se inventan encuestas y reconocimientos patito de organizaciones nacionales en los que se encuentran en la cima del triunfo y la aceptación social, los resultados son más crueles y nos muestran la realidad: regular, mal y pésimo resultado. Ya es muy tarde; ya no se puede hacer nada.
Para las cuentas alegres de los gobernantes la sociedad tiene otros datos. La inseguridad es el tema vigente y de impacto creciente. La falta de obra pública, de inversión en infraestructura, la ausencia de espacios públicos limpios y en servicio y la pésima atención en la administración son la carta de presentación de quienes están en el poder. Hay corrupción, nepotismo, intereses particulares, opacidad, trato déspota y aviadores. Nada ha cambiado en ese sentido; son otros los que están y son diferentes los partidos que gobiernan, pero los resultados son los mismos pues son los mismos los que están ahí… como siempre.
¿Tienen ellos la culpa? La mayor parte de culpa, sí. La otra parte es la del elector. Ellos no llegaron solos: los llevamos al poder con nuestro voto. No fuimos capaces ni de leer el tríptico en el que nos ofrecían hasta el paraíso y el perdón de nuestros pecados. Nos prometieron la dicha y la inmortalidad y les creímos, todo les creímos… Y no, no fue inocencia, fue… digamos, ingenuidad (en mi pueblo se dice de otra forma) o fue falta de valor para decirles no, cuando nos fueron a ver con un regalito hasta nuestro domicilio.
Y tenemos la culpa como electores porque ahora, al padecer la ineptitud e incompetencia, a ver cómo es que saquean las arcas municipales, al criticar la falta de respuesta, simplemente nos colocamos como críticos, pero sin ser capaces de ir a exigir el cumplimiento de la promesa y de la oferta suprema para cuando llegaran al poder. Simplemente hablamos cómodamente, pero sin exigir nuestros derechos. Eso no sirve de nada.
La frustración en contra de los actuales gobernantes y en contra de los partidos políticos y padrinos que los llevaron al poder es grande. Y muchos ciudadanos juran que se las van a cobrar en las próximas campañas, dicen que esperan a los candidatos para decirles muchas groserías impronunciables en este espacio, y juran que los van a correr en venganza por los malos gobiernos actuales, pero no es cierto, no va a pasar nada de eso porque el pueblo es todo un caballero y los caballeros no tienen memoria, aunque tengan otros datos.