Bernardino Vazquez Mazatzi
Escritor y periodista
En días recientes, el gobierno federal anunció la puesta en marcha de un programa nacional que busca inhibir la atención de la juventud por las drogas. Si te drogas, te matas, dice el eslogan del proyecto. Y aunque desconozco las estrategias y modos y formas para llevarlo hasta los muchachos, me parece que, si este no pasa por la educación y por la participación de la familia, entonces esto no es más que otro catalogo de buenas intenciones o como quiera que sea, va a ser un plan que nace muerto.
El tema debe ser tratado no sólo por especialistas y burócratas, sino también por gente con experiencia, por quien ha dejado toda una vida atendiendo y entendiendo el problema pues el consumo de las drogas no es sólo cuestión de clases sociales, o de condiciones familiares precarias o de soledad, traumas, falta o abundancia de dinero, sino que lo también se da por aspectos culturales, de entorno y de ejemplos. Si no se busca entender el mundo de los chavos y si no se habla con su lenguaje y en su tiempo y espacio, le auguro poco o nulo éxito.
Para nadie es un secreto que el involucramiento de los jóvenes en las drogas inicia con el alcohol y el cigarro y ambas drogas legales, permitidas y hasta fomentadas están al alcance de las manos de este sector de la sociedad. No existen restricciones para su consumo y si las hay, dan risa. Parecen burla sus intenciones si de impedir o frenar el consumo excesivo e irresponsable se trata y son un curita para el cáncer que significa. En Tlaxcala la ley relacionada con el tema o los temas son letra muerta, una más de las nacidas muertas.
La edad en la que los chicos se acercan demasiado al alcohol y al tabaco es de los 12, 13 o 14 años. Una etapa de la vida muy peligrosa. Y en los planes y programas educativos poco se habla de las acciones preventivas y si en algún momento la escuela aborda la problemática, lo hace mal, de manera superficial, sin fundamentos, sin argumentos sólidos, sin estrategia ni seguimiento. En la secundaria y en la prepa la situación es muy preocupante y en esos espacios la autoridad brilla por su ausencia y los maestros están imposibilitados por ley y por temor para intervenir. Las adicciones tienen libre paso y los estudiantes son carne de cañón: víctimas garantizadas.
El problema no se debe atacar con conferencias ni con mensajes simplones, vacíos o huecos, nada se va a lograr con discursos, estadísticas, y buenas intenciones. El mal es grande y requiere de grandes remedios como el impedir que los vendedores de drogas, específicamente mariguana o tachas, hagan su negocio y enganchen a los estudiantes en la puerta misma del plantel y ante la mirada de la policía municipal, de la sociedad de padres de familia, de los directivos escolares y de los tutores. La complicidad común y la permisividad alcahueta son elementos que favorecen el inicio de la actual generación en las drogas, permitidas o ilícitas.
La autoridad conoce a los distribuidores de mariguana, sabe de las tienditas donde la venden, pasan por las misceláneas donde los chavos compran cerveza y botella para embrutecerse, pero les teme o los protege, participa de las ganancias o simplemente se hacen de la vista gorda. Los expendedores saben que su actividad es, cuando menos, deshonesta, poco ética, vergonzosa… pero deja dinero. Sucio, pero finalmente dinero.
Y los padres de familia, muchos, saben que sus hijos andan en malos pasos, pero poco o nada hacen. Por ignorancia, por falta de autoridad, por machismo, porque enseñan a sus hijos a hijas a ser valientes, a enfrentarse a la selva que es la vida, pero son permisivos. También tienen miedo y falta de autoridad pues su rebeldía intimida. La situación en estos momentos es complicada y terrible. La juventud cree que va a encontrar su futuro en la trata de personas, en el narco, en la delincuencia organizada o en la política, donde sea que se gane dinero y se vida intensamente, aunque sea por poco tiempo.
El proyecto federal para impedir que la juventud sea absorbida por la delincuencia o por las drogas o por ambas nace muerto pues por desgracia, el gobierno tiene el don de hacer deshecho todo lo que toca y lo que en otras manos funciona. En Tlaxcal, tristemente, a las autoridades del deporte les parece que es mejor una juventud rumbo a la perdición que apoyarla en su disciplina: a los muchachos integrantes del equipo de fut bol para ciegos y débiles visuales les han negado apoyo con el argumento más estúpido y ridículo que usted pueda imaginar… no, pues así, cómo…
Lo que se hace, con relación a lo que se necesita, parece burla. Pero, ¿quiénes somos nosotros para opinar…?