8M: EL LLAMADO A LA NO VIOLENCIA

Elisa Márquez

Faltan pocos días para conmemorar el 8 de marzo, día en el que, con diversas actividades se expresa el papel importante que la mujer siempre ha jugado en la sociedad. La mujer es lucha, pasión, comunicación, arte, lágrimas, vida, esperanza, calor, inteligencia, amor, cultura, respeto, valor, y tantas definiciones y clasificaciones, porque las mujeres somos un mar de emociones y pensamientos.

La empatía nos caracteriza y a lo largo del tiempo conocemos de vejaciones y sufrimientos de otro tipo, pero también sabemos de los éxitos alcanzados por un cúmulo de personas del sexo femenino que nos motivan a seguir adelante, ya que son ejemplo a seguir. La palabra sororidad, frecuentemente empleada en los círculos feministas y que significa “solidaridad entre mujeres”, no sólo se dice, se siente y se manifiesta en la vida diaria.

Como mujeres, también nos duele la indiferencia, somos sensibles a lo que nos rodea, sin embargo, eso no significa que todas las administraciones hayan sido iguales, muchas ya no recuerdan, la manera en que los ex gobernantes se dirigían hacia el sexo femenino, o la nula reacción de ellos hacia problemáticas graves como feminicidio o delitos como la trata.

En la vida nos rige un orden, sin éste, el quehacer diario sería un caos, manifestarse es un derecho, con reglas y principios porque las mujeres somos también disciplina, entendimiento y comportamiento, no son valores de los hombres, sino del ser humano en sí, pero son las del sexo femenino quienes hemos destacado por estas acciones. Lamentablemente, muchos dirían que no ha sido así debido a los acontecimientos de años pasados.

No podría defender esas acciones que vimos por redes sociales, como la del 2022 en Tlaxcala, cuando una forma de manifestarse consistió en pintar consignas en los edificios del primer cuadro de la capital del estado, tampoco puedo criticar, sino llamar a la sensatez de quienes convocan a la marcha para manifestarse, tienen derecho, pero la mesura será trascendental.

De nada sirve gritar, vociferar, hablar con palabras altisonantes y llevar a las de nuestro mismo género a una situación violenta, nadie quiere el mal para otra, porque eso es lo que las “líderes” de ese movimiento pregonan, “sororidad”, entonces que ellas pongan el ejemplo de lo que es ser una verdadera activista, no se necesitan agresiones, sino diálogo.

Conducirse de manera pacífica es una parte primordial para continuar en la lucha por nuestros derechos, por el respeto a nuestra integridad, para exigir justicia, la violencia no resuelve mucho y lastima a otras mujeres. Seamos empáticas y, sobre todo, mantengamos el sentido común para no caer en discursos de “guías” que al calor de la manifestación sólo se dañan a sí mismas y a las y los demás.

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